Me gusta como cae la lluvia aquí, no es como en la ciudad que se le ve más como una molestia que una bendición. Mis pies descalzos se encuentran con la arena debajo de ellos y el beso del mar cada vez que llega a la orilla. Camino bajo aquel aguacero, solamente el mar, la arena, la lluvia, mi bulto y yo. Miro el mar con el amor más profundo que puedo sentir y me siento despertar. Siento esas mismas olas salvajes ir y venir dentro de mí. El agua abriéndose paso por instinto e irrigando todas aquellas áreas que yo consideraba que estaban secas.
Mi vida comenzó a dar un giro en las últimas dos semanas. semanas en las cuáles he sido capaz de mirar más allá y darme cuenta del potencial que puedo tener. Estoy llena de amor, llena de luz, de esa agüita bendita que enciende y refresca todo mi ser. Esta vez el amor que tiende a destruirme, me ha ayudado a mirar hacia adentro y a edificarme de maneras que no sabía que eran posibles.
He visto mis patrones desarrollarse en la palma de mi mano y quiero corregirlos. Quiero poder ser libre de ellos una vez que conozca su origen. Estoy enamorada una vez más, pero de una forma totalmente desconocida para mí. De una forma en la que me he vuelto a enamorar de la vida, de las infinitas posibilidades que se presentan ante mis ojos, del verde de la naturaleza, del mar que nunca he dejado de amar, de la lluvia y de aquel ser que con su luz vino a permear mi vida de sonido, de color, de tantas cosas que parecían haber quedado enterradas en un pasado.
Miro el mar con profundidad, me acerco deseosa a él, deseosa de ser consumida, revolcada y nuevamente sentir que de alguna forma pertenezco a este mundo. El mar me abate con su fuerte oleaje, el día de hoy es un mar salvaje, indomable bajo la lluvia. Me recuerda a mí misma en muchos momentos de mi vida. Una gran ola viene y me sorprende, tal y como la vida me ha sorprendido con la oleada de tu presencia. Me río y disfruto que me despeine, que me llene de agua salada y arena, que me haga sentir viva de nuevo.
Me siento despertar nuevamente debajo de todas las capas de orden y de cemento que he vertido sobre mí para llevar a cabo esta aventura que se llama vida y de alguna forma pasar desapercibida en mi paso por la misma mientras recojo los pedazos de mi infancia y me vuelvo a armar. Me has visto tal y como soy, lejos de alejarte, eso te ha atraído como una polilla a la llama y has danzado conmigo esta danza de despertar.
Se aviva el juego del mar con mi cuerpo, con mi cabello y me río eufórica, enamorada de este momento, bailo y me regocijo en estos instantes de soledad en la playa. La playa está vacía y eso me da más confianza de ser yo misma en mi propio mundo que está de cabeza pero extrañamente todas las piezas comienzan a calzar. Quiero ser absorbida por el mar y convertirme en agüita salada, en esta cuestión atemporal, en esta vasta finitud de agua y deshacerme, desdoblarme, hallar mi lugar.
Voy despertando en cada respiración, en cada movimiento, en cada risa, en cada suspiro que te robas y en el latir de mi corazón. Despierto en el mar y siento como mi cuerpo se cubre de naturaleza, como en la danza regreso a la vida y de nuevo acá estoy como por arte de magia, de nuevo brillante, de nuevo amorosa, gentil y salvaje. Mi aventura se reanuda a pasos agigantados y ciento como las flores en mí comienzan a abrir sus botones ante la lluvia y al tímido sol de Jacó.
Acá estoy, ya no tengo los ojos cerrados, ya no me doy por vencida. Estoy despierta, estoy valiente y estoy lista para esta nueva danza que aparece en esta aventura llamada vida.